miércoles, 6 de octubre de 2010

Siempre es divertido hablar de uno mismo*

No soy un misógino:sin la compañía,sin la presencia de las mujeres no podría vivir.
Me gustan por encima de la salvación de mi alma.
Lo que no hago,al menos por ahora,es entregarles el corazón,porque cada vez que lo entregué me rompieron un pedazo,y lo necesito entero para la metódica correlación de mi sangre(las mujeres no nos rompen el corazón porque dejen de amarnos,pues dificilmente puede encontrarse un ser que desarrolle la fidelidad pétrea que desarrolla la mujer.Nos rompen el corazón mostrando-senos,de pronto,meridianamente distintas a como las creíamos).
Mi conducta es,pues,con respecto a las mujeres igual a la de las amas de casa,que no dejan la vajilla buena en manos de la criada que acaba de llegar del pueblo,porque saben que se la descalabrarían.Y en cambio, se la confían sin miedo a una doncella experimentada.
Acabare este capitulín de las mujeres con dos observaciones intrascendentes:
Primera:Como mas me gustan las mujeres es desnudas. 
Segunda:Una vez desnudas,como mas me gustan las mujeres es de espaldas.


Enrique Jardiel Poncela,en 1928.

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